Hace poco conversando con mi tío este me relataba de como cuando iba al cine en Yauco solo pagaba 8 centavos por el boleto. Me decía mi tío que si conseguía una botella de soda entraba de gratis a ver su película favorita. No se cuantos de ustedes lectores recuerdan la empresa que manejaba los cines en Puerto Rico en los años 70 llamada WOMETCO. Ciertamente dicha empresa tenía una política empresarial mucho más orientada hacia la familia que
la actual CARIBBEAN CINEMAS. Para un asiduo cliente de los cines locales como yo, ir al cine a disfrutar de una buena película se ha convertido en una aventura de muchos pasos. Primero, tengo que revisar que la película que quiero ver la esten exhibiendo en el área de Ponce (cerca de de donde resido) ya que los ejecutivos de mercadeo de CARIBBEAN CINEMA han decidido que películas como THE GOOD SHEPPERD o VOLVER de Almodovar no son rentables en ese mercado. Así, con frecuencia termino en Montehiedra, Las Catalinas, o Fine Arts buscando la película deseada como 'sapo que lambe aceite'. El proceso me cuesta $20.00 de gasolina, y como 6 o 7 pesos en peajes (sin contar el "stress" y esfuerzo de conducir en las carreteras infernales de este país). Segundo, la experiencia odiosa de llegar al cine y para entrar a ver la película hacer una fila de casi una hora y finalmente conseguir espacio en los últimos asientos, tan cerca de la pantalla que uno sale con 'torticulis' del cine. Para evitar esto, hay que identificar horarios raros donde casi nadie va al cine (bien difícil porque esas son las primeras tandas en semana donde todo el mundo todavía trabaja incluyendo al que escribe). Luego uno pasa por el proceso de enfrentarse a un servicio de baja calidad que no compensa el precio del boleto. No se cuantas veces me he tenido que 'chupar' la película donde más de la mitad de la imagen queda fuera de la pantalla (hay un descuadre de madre que el proyeccionista no atendió). Ademas el volumen es totalmente incompatible con el tamaño de la sala o el número de personas que en ella se encuentran (o nos rompen el tímpano o nos frustran tratando de escuchar el diálogo de la cinta con alguien gritando NO SE OYEEEE!!! VOLUMEN!!!!). Nada, que simplemente como consumidores nosotros los "de la isla", no le importamos a una empresa que practicamente tiene el monopolio del cine en Puerto Rico. Asi que el
'quality control' queda en manos de un "chamaquito imberbe" que pusieron de gerente y que no tiene idea o deseo de servirle al cliente por el precio del boleto. En adición a todo esto, los que vamos al cine a disfrutar de un momento de relajamiento sumergiéndonos en la trama de la película nos encontramos con la maldita 'era del celular' donde decenas de morones que no tienen nada que hacer parece que van al cine a probar su último modelo de celular, la lucecita que viene integrada al mismo, y los 'juegos electrónicos para tarados' que lo acompañan. Esta historia no termina aquí........
CONTINUARÁ....